Soy Esteban López, el “Colorado”
Nacido en Necochea, de sangre castellana por mi padre, e italiana por mi madre. Una infancia entre hongos, acelgas del Quequén, caracoles, y una gran abuela con las más
profundas enseñanzas vitales. Y un tío criollo y cantor, con una peña folklórica frente al mar. Hoy reconozco que esa debe haber sido la semilla de mi pasión peñera, que me
brotó tantos años después.
Con 18 años, en Buenos Aires y trabajando en temas sociales con la Congregación de Don Orione, descubro la filosofía, mi gran pasión hasta hoy. Luego, el trabajo en el movimiento social El Buen Viaje marca mi vida para siempre.

Trabajando como docente de filosofía, se me da la oportunidad de comprar la franquicia “La Casa de Salta”, en Palermo, Buenos Aires, en un local muy pequeño, de venta de comida criolla a domicilio –a lo que llaman “delivery”, yo le llamo “servicio de chasqui”, en quichua-. Pronto se me convirtió en un lugar de encuentro y folklore. Nacen amistades con poetas -Federico Pedrido-, artistas visuales –el tucumano Isaías Nougués-, y músicos –Oscar Llobet, Alejandro De Raco, Mezo Bigarrena, Pedro Conde-.
En 1995, en Salguero 3085 inicio la primera peña, aún sin nombre. Un lugar para comer empanadas y guitarrear en las mesas. Mi amigo Chupete lleva al primer grupo de compañeros de la facultad, y al tiempo invita a los gauchos jóvenes de La Rural, que resultaron ser miles de jóvenes que colmaron la plaza y las veredas del barrio. Porque la Peña, que estaba al fondo de un pasillo y detrás de una panadería, sólo tenía lugar para unos 100.
Después de tal repercusión mudo la peña a Juncal 4776 y Sinclair. Se inaugura en Julio de 1997 y van unas 5000 personas, que tampoco entraban. A los dos meses se impuso una nueva mudanza, esta vez voy por sólo dos meses, a la casa de Borges 2180 (luego la peña Los Cardones). También quedó chica.
Tercera y definitiva mudanza: Güemes 3657, en Palermo. Ya “La Peña del Colorado”, al inicio sólo con guitarreada en las mesas, sin escenario ni sonido. Me asocio con Marcos Giuliodori, un apasionado del folklore y la música popular, pero además, músico de alma que además toca varios instrumentos con finísimo gusto, como el bombo, el piano y la guitarra. Un miércoles La Peña fue portada de La Nación y, de ser casi un lugar de “paisanos” de La Rural, pasó a ser un lugar de amantes del folklore de cualquier procedencia.

Llega el tiempo de Cosquín: ponemos la peña durante el festival, pero por consejo del músico Lalo Romero, resolvemos poner escenario y sonido para programar artistas de calidad. Y resultó ser la peña de la que más habló toda la prensa del país, porque Marcos eligió al talentosísimo cantor y músico, Claudio Sosa, como programador.
Al regreso, agregamos en La Peña del Colorado, restorán con menú a la carta, escenario con espectáculos a la hora de cenar y luego mantuvimos las guitarreadas hasta el amanecer. Claudio convocó un folklore de excelencia poética y musical, en la línea de los grandes referentes como el Cuchi Leguizamón, Atahualpa Yupanqui, el Chango Farías Gómez, Raúl Carnota, Mercedes Sosa y José Larralde. Bajo la dirección de Marcos y de Claudio, dimos lugar a proyectos de fusión con otros géneros, al tango, a las músicas latinoamericanas y del mundo, a nuevos artistas y nuevos repertorios.
Brindamos nuestro espacio para ciclos de Teatro Criollo y de Narración Oral, a importantes poetas con su ciclo “Lugar de decir”, a titiriteros, artesanos, artistas populares, infinidad de talleres culturales, luego agregamos el MateBar por las tardes y madrugadas, las Noches Solidarias, a beneficio, y las Noches de Honor y de Homenajes todos los lunes.
La Peña se hizo muy conocida, incluso en el mundo entero. Sobrevino la época del fenómeno de la irrupción “noventista” en el folklore mediático y tuvimos que salir a aclarar que el éxito de nuestra peña fue anterior y jamás tuvo que ver con ese estilo de folklore, a nuestro juicio, romanticón, de bajo vuelo poético y musical.
Nosotros seguimos en la línea que ya enarbolaba la peña de Los Coplanacu en Cosquín, de los antiguos referentes y de las nuevas propuestas en la misma línea de aquellos, como Pica Juárez, Ramiro González, Negro Aguirre, Coqui Ortiz, Joselo Schuap, Facundo Picone, Bruno Arias, Mónica Abraham, Laura Albarracín, Nelson Ávalos, Eduardo Guajardo, Claudio Sosa, La Chiqui y Cosecha, Raly Barrionuevo, La Bruja Salguero y tantos más. Se fueron haciendo parte de mi casa los mismos hijos de aquellos grandes, los hijos del Cuchi, de Castilla, del Chango Farías Gómez, de Eduardo Lagos, de Hamlet Lima Quintana, de Zito Segovia, de Yupanqui, de Tejada Gómez, de Jorge Sosa, Moreno Palacios, de Arsenio Aguirre, de Oscar Valles, etc., con quienes hasta hoy mantengo una sincera amistad.
Las peñas que fundé (o refundé como La Casona del Molino, en Salta) han pretendido ser una continuación de mis grandes pasiones, como lo social y el Folklore, que pasó a ser mi Filosofía. He volcado mi vocación por la investigación filosófica a la investigación del Folklore.
Mis peñas nunca fueron mías. Soy un realizador y administrador de sueños populares, llamados “Peñas”, que siempre han sido espacios de comunicación y de generación de trabajo y felicidad para mucha gente.
Esto mismo es lo que intento hoy con esta página web.